Lo dijo el presidente de la entidad local, José María Lambertini, en el acto a 42 años de la guerra de Malvinas. Habló de "una especie de parálisis diplomática". También cuestionó a la dictadura, puntualizó el rol de los conscriptos y minimizó la incidencia de la dirigencia política en las normas que los benefician.
El Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas advirtió este martes sobre “un especie de parálisis diplomática” que “afecta la política exterior argentina”.
En el marco del acto por el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, el presidente de la entidad en la ciudad, José María Lambertini, aseguró que los excombatientes asisten “sorprendidos” a la “actitud de las nuevas autoridades” para con la causa Malvinas.
“Mientras que el Reino Unido aumenta el área de restricción alrededor del archipiélago, realiza maniobras bélicas innecesarias y se depredan nuestros recursos, no se ve una posición firme de la diplomacia nacional en cuanto al reclamo de soberanía, ni frente a la creciente militarización, ni al anuncio de la construcción de un puerto de aguas profundas que se anticipa como la proyección del imperio británico sobre la Antártida”, cuestionó.
A esto se suma, recordó, “un presidente admirador de Margaret Thatcher que impulsa la anulación de la Ley de Tierras, lo que permite aumentar la extractivización del territorio argentino”, y “una canciller que dice que no se puede obviar la opinión de los isleños”.
Lambertini se ocupó de hacer historia y remarcar el rol de los excombatientes en la guerra: “Hace 42 años la mayoría de los argentinos amanecían con la noticia de que una fuerza militar argentina había tomado el control de las Islas Malvinas. No le alcanzaba a la dictadura genocida con apropiarse de las vidas y el patrimonio de sus derrotados, sino que también se apropiaron de una causa legitima, nacional y popular, iniciando una aventura bélica en la que nosotros, los exsoldados conscriptos que allí combatimos, no elegimos ni decidimos. Sólo peleamos”.
En ese sentido, memoró: “Teníamos entre 18 y 19 años, cumplíamos con un mandato constitucional como era el servicio militar obligatorio, recibíamos órdenes todo el tiempo, algunas incomprensibles, éramos el último eslabón de una cadena de mando donde la subordinación era innegociable aun a costa de la salud física y mental del subordinado. Ellos decidían qué, cuándo y cómo. No había explicaciones, no valía pensar, sólo ejecutar la orden”.
La consigna, dijo, era la lucha por la Patria. “Y el concepto de Patria para un joven de 18 años sólo viene de lo que sus maestras le enseñaron. Así que allá fuimos henchidos de orgullo a pelear por la Patria de San Martín y Belgrano, la Patria que se había robado la dictadura también. La de la verdad, la igualdad, la tolerancia, el diálogo y la solidaridad, que es la que soñaron esos próceres”, señaló.
Lambertini dijo que “la contradicción fue grande y más aún el desconcierto” al regreso. “Atrapados en una espiral de culpas y con la sociedad abriendo los ojos al horror de la dictadura, se ocuparon de invisibilizarnos. Ni aquellos que nos llevaron al combate ni la incipiente democracia parecían saber qué hacer con nosotros”, recordó.
“Así fue que un grupo de padres de soldados, algunos caídos en combate, se ocuparon de ubicarnos, de juntarnos. Un trabajo de hormiga en tiempos donde no había la facilidad en el acceso a la información con que contamos hoy en día. Nos fueron encontrando y fueron uniendo voluntades”, apuntó sobre la formación del CESC Mar del Plata, que el 9 de septiembre cumplirá 40 años. Y mencionó que eso se produjo “sin recursos” ni “apoyo oficial”.
Destacó el rol del presidente honorario de la institución, José Gurrieri, “el motor de todo aquel emprendimiento y también de la concreción” del Monumento a los Caídos. “Fue Don José quien frente a la negativa de las fuerzas armadas locales de facilitarnos listados y direcciones de los compañeros para ir en su búsqueda, decidió que fuéramos una institución exclusivamente de exsoldados conscriptos, algo que siempre fue motivo de orgullo para cada uno de nosotros. Desde aquí nuestro eterno recuerdo y agradecimiento, creemos haber honrado los principios que nos dejó”, aseveró.
A modo de balance, Lambertini aseguró que los 40 años de “militancia y coherencia ideológica” en pos de cambiar el paradigma del “loquito de la guerra” dieron sus frutos. “No sólo en la imagen del excolimba combatiente de Malvinas y su reinserción social, sino que también puertas adentro”.
Consideró que han logrado que sus hijos, testigos del camino y muchas veces quienes “han sufrido en carne propia” sus secuelas, hoy los acompañen con una comisión interna cargada de los mismos valores “que de a poco va tomando vuelo propio” y que “se prepara para tomar la posta” de la lucha “contra el olvido del sacrificio de esos jóvenes que ofrendaron su vida en aquella guerra”.
En el plano político, afirmó que “casi la totalidad de las normas legislativas de cualquier nivel (nacional, provincial y municipal) que benefician a los veteranos de guerra han sido elaboradas por exsoldados conscriptos, que tuvieron que convencer a los políticos de turno para que las impulsen en los diversos ámbitos y sean sancionadas, promulgadas y reglamentadas”.
En ese punto, aclaró que “las iniciativas genuinas desde la política para mejorar la situación sociosanitaria de los veteranos han sido casi nulas, más allá de las firmas que figuren en la autoría de cada proyecto”.